El jazz es liberador de la esclavitud física y emocional, rechaza la opresión, la prohibición injustificada y se eleva por encima de cualquier ideología, religión, color o bandera. Ha sobrepasado fronteras y se ha hecho Universal.

El jazz enseñó a ser valientes, fue la banda sonora de las mayores transformaciones sociales y económicas acontecidas en Estados Unidos. Entre ellas: la abolición de la esclavitud, la aprobación de la enmienda 19 en la que otorgaba el derecho al voto a la mujer en 1920 y un cambio de rol que sentó las bases de una lenta pero imparable lucha por la igualdad. La mujer lo vivía y amaba convencida de que era una evidencia estética de libertad e individualidad.

El jazz es igualdad, conciliación y respeto por la diversidad y; por todo ello, a Herbie Hancock, nombrado Embajador de Buena Voluntad de Naciones Unidas, no le costó mucho esfuerzo convencer a la Alta Institución para que, en el 2011, se declarara el “30 de abril” como el Día Internacional del Jazz.

Sirva esta Conmemoración para recordar que nuestra ciudad acoge, cada otoño, uno de los eventos jazzísticos más respetados y longevos de Europa y que refuerza el status de Granada como una ciudad culta y cosmopolita: el Festival Internacional de Jazz de Granada.

Año tras año, la emoción asalta al espectador al verse al lado de grandes maestros (entre todos los músicos que han venido en los últimos años han sumado medio centenar de: Grammys y Nominaciones, Discos de Oro y Emys) y por disfrutar de la aristocracia jazzística sin que tenga que desplazarse más allá de las fronteras nazaríes.

Si las paredes de los camerinos del teatro Isabel La Católica hablaran, revelarían momentos emotivos e historias apasionantes: como cuando Charles Lloyd nos relataba anécdotas del movimiento hippy de San Francisco y de que su disco Summer Love lo llevaban bajo el brazo los mismísimos Jimmy Hendrix y Janis Joplin o de su amistad con Petrucciani. O cuando nos conmovimos cuando James Moody nos confesó la detención policial injustificada que sufrió solo por ser “negro”. Conseguimos que un inalcanzable Terence Blanchard nos concediera una exclusiva entrevista para explicarnos el movimiento que él contribuyó a crear: el Black Lives Matter y que le llevó hasta el mismísimo Obama.

Nos aliviamos cuando ese té calentito que le preparamos a Branford Marsalis, justo antes de su actuación, consiguió alejar un inquietante resfriado y cuando un palmoteo flamenco, hizo olvidar a Roy Hargrove su reciente y secreta operación de trasplante. Y en los camerinos han sonado tantas risas, algunas de nervios antes de la actuación, pero muchas de felicidad; como las de Ron Carter, después de recibir nuestra “granada” o las de Stanley Clarke, y eso que mientras tocaba, entre bambalinas le tuvimos que informar que su casa estaba siendo incendiada.

Hemos recibido muchos abrazos como el de un emocionado padre de Celia Mur o de nuestro amigo, gigante del jazz, pero también gigante en bondad: Chucho Valdés. Y hemos celebrado tantos bises.  Y nos han regalado tantas canciones, y eso que a veces no aparecían en sus estudiados repertorios. Y, a pesar del mucho esfuerzo y de que nada es fácil, comprobar que tanta belleza ha hecho tan feliz a nuestro público y embellecido aún más nuestra ciudad, ha merecido tanto la pena.

Y por todo ello y porque ojalá que Granada se vista por muchos años de jazz, el Dia Internacional de Jazz es también el Dia del Festival Internacional de Jazz de Granada.

Mariche Huertas de la Cámara. Directora del Festival Internacional de Jazz de Granada